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1.
Acta odontol. Colomb. (En linea) ; 10(2):9-12, 2020.
Article in Spanish | LILACS (Americas) | ID: grc-741555
2.
Medical Sciences--Dentistry Movilización social COVID-19 Coronaviruses Colombia ; 2021(Acta Odontológica Colombiana)
Article in Spanish | Jul-Dec Jul-Dec 2021 2021-10-28 | ID: covidwho-1498043

ABSTRACT

Durante la primera mitad del año 2021, Colombia vivió un estallido social sin precedentes en su historia reciente, el cual superó, incluso, a las movilizaciones de los años 70 del siglo pasado (1, 2). Analistas coinciden en afirmar que esta expresión de inconformidad de la ciudadanía, que salió a las calles a manifestarse a pesar del riesgo ligado a la pandemia por la COVID-19, evidencia la gravedad de los problemas sociales no resueltos y acumulados por varias décadas en el país (3, 4). Pero, ¿qué elementos nucleares generaron este estallido social en Colombia? La respuesta, aunque quizá parcial, recoge el rechazo a dos propuestas gubernamentales de reformas legislativas. La primera, una propuesta de reforma tributaria que buscaba imponer más impuestos a elementos de la canasta básica de consumo de todos los hogares y, la segunda, una reforma al sistema de salud que profundizaba el modelo de aseguramiento privado con ganancias consistentemente altas para los aseguradores, mientras se profundizan las inequidades y barreras de acceso a servicios de calidad. Además, la reforma al sistema de salud proponía colocar un énfasis mayor en la responsabilidad individual, es decir el ‘autocuidado’, so pena de mayores obstáculos a la hora de utilizar los servicios de salud. Si bien, se podría decir que el rechazo a estas dos propuestas fallidas de reformas fueron el detonante inicial de las manifestaciones, en estas, también, fueron reivindicadas preocupaciones de más largo aliento. Algunas de estas son: la necesidad de acciones de justicia frente al asesinato sistemático de líderes sociales;el cumplimiento de varios aspectos del Acuerdo de Paz que aún no se materializan;mejoras de las condiciones laborales de muchos trabajadores del país, incluyendo los del sector salud;apoyo a la educación con una mayor financiación a la universidad pública, para así garantizar acceso a más jóvenes a una educación de calidad;un manejo de la pandemia y vacunación contra la COVID-19 libre de corrupción y en general, políticas sociales que contribuyan a la movilidad social, y no solo como ayudas focalizadas que no rompen el círculo de la pobreza. Frente a este panorama de explosión social, la respuesta del gobierno, desafortunadamente, fue prevalecer la represión de las protestas, lo que provocó varios enfrentamientos violentos entre manifestantes y fuerzas militares y de policía. Varias organizaciones no gubernamentales de defensa de derechos humanos se han manifestado en contra de esta violenta represión que desencadenó la muerte de varios manifestantes y numerosas denuncias de desapariciones, censura y agresiones físicas y sexuales (5, 6). Así pues, la realidad colombiana actual es muy compleja, pues combina las consecuencias sociales y de salud de la pandemia, que han profundizado brechas crónicas en un contexto de inequidad y exclusión, con dinámicas de violencia aún vivas del conflicto armado de larga duración. En ese sentido, este estallido social puede leerse como un llamado urgente a la creación de mecanismos de participación ciudadana que en los territorios permitan la formulación de estrategias, programas y políticas encaminadas a garantizar condiciones de vida digna para todos los ciudadanos de este país, uno de los más inequitativos de Latinoamérica, la región más inequitativa del mundo (7, 8). En el diseño e implementación de estas estrategias y políticas en clave de, entre otros aspectos, salud, educación y trabajo, la universidad deberá jugar un papel trascendental. En efecto, ante la movilización social, la universidad no fue y no ha sido indiferente. La gran mayoría de estudiantes, tanto de instituciones educativas públicas como privadas, aunque especialmente del sector público, se unieron a las movilizaciones, por lo cual la reivindicación del derecho a la educación pública de calidad en todos los niveles se posicionó como punto clave en las manifestaciones. Así, con respecto a esta realidad, cabe reflexionar alrededor de los siguientes interrogantes: ¿qué papel debe jugar la universidad en general, y la pública en particular, ante estas situaciones? y ¿qué fines debe perseguir la formación ofrecida a los futuros odontólogo-as ante dicha realidad? Diversos autores plantean que la universidad debe contribuir a la solución de los problemas sociales propios de su contexto, a la construcción de sociedades justas y respetuosas de los derechos humanos. De esta forma, este podría ser el camino para resignificar la dimensión ética como fundamento de profesionales integrales y de un ethos civil basado en el pensamiento crítico, promover en los estudiantes la toma de conciencia frente a las realidades sociales, políticas, profesionales y ambientales que circundan a los humanos y sus quehaceres y fomentar avances en el ejercicio participativo de la ciudadanía, para que en la medida de las posibilidades se pueda contribuir a una mejor sociedad (9-11). Por lo anterior, en Colombia, la crisis actual y el estallido social exigen que en la universidad nos ocupemos de estas reflexiones bioéticas y elaboremos propuestas en pro del bien común, el buen vivir y la vida felicitante, trayectos que sin duda aportarán a la transformación y deconstrucción de nuestra sociedad.

3.
Medical Sciences--Dentistry SARS-Cov-2 pandemias currículo Severe acute respiratory syndrome coronavirus 2 COVID-19 Coronaviruses ; 2021(Acta Odontológica Colombiana)
Article in Spanish | Jan-Jun Jan-Jun 2021 2021-10-28 | ID: covidwho-1498039

ABSTRACT

Hace ya un año inició la circulación del SARS-Cov-2 y el listado de sus consecuencias aún sigue en aumento. La enseñanza y el ejercicio de la odontología, igual que sucedió tras la pandemia por el VIH en los años 80, no serán iguales después de la pandemia por la COVID-19. No obstante, a la hora de los balances, no tengo dudas que la profesión saldrá fortalecida. La Occupational Safety and Health Administration (OSHA) clasificó el riesgo al que los odontólogos como profesionales están expuestos en una categoría de muy alto, debido a su exposición potencial al SARS-Cov-2 cuando se realizan procedimientos que generan aerosoles (1). Si este es el caso de profesionales que teóricamente ya cuentan con la formación necesaria para realizar el manejo del riesgo, se podría esperar un riesgo mayor para los estudiantes de odontología, los cuales, además de estar aún en proceso de formación, desarrollan sus actividades académicas en ambientes que no siempre cuentan con las condiciones de infraestructura para poder hacer un adecuado control del riesgo. Pero, el control del riesgo va más allá de las condiciones de infraestructura y del uso de Elementos de Protección Personal (EPP), inclusive, abarca más que los diferentes niveles de la pirámide de control de riesgos propuesta por la OSHA (2). El control del riesgo pasa por una comprensión y un manejo sistémico del fenómeno ocasionado por el riesgo mismo. Así, al pasar el primer año de impactos y aprendizajes relacionados con la COVID-19, corresponde, ahora, pensar de manera prospectiva sobre los cambios curriculares, las maneras de enseñar y de realizar las prácticas preclínicas y clínicas, la forma de relacionarse con los pacientes, entre otros aspectos a revisar en la formación de los futuros odontólogos. En lo que refiere a lo curricular, las Ciencias Básicas Biológicas (inmunología, microbiología, mecanismos de transmisión y control de infecciones, etc.) deberán tener un fuerte énfasis en la formación del odontólogo (3), pues atendiendo a la premisa de que no se puede tratar nada que no se encuentre diagnosticado, tampoco podemos controlar un riesgo como el generado por el SARS-Cov-2 o cualquier otro agente biológico patógeno al que nos hayamos enfrentado o debamos hacerlo en el futuro, cuando no contamos con los elementos básicos para entender sobre el agente que lo produce, sus formas de transmisión y las respuestas biológicas que genera en el organismo humano. También, las Ciencias Sociales tendrán un rol fundamental, pues la COVID-19 ha venido para recordarnos y demostrarnos que la salud y la enfermedad son fenómenos complejos en los que lo biológico y lo social interactúan de maneras diversas, haciendo necesario un abordaje igualmente complejo y transdisciplinario para entenderlos y manejarlos. El miedo (de parte de la población general, pero también del personal de salud) (4) y la difusión de teorías negacionistas ó conspirativas, están determinado comportamientos sociales que afectan la salud del conjunto de las comunidades, este es un claro ejemplo de cómo lo social afecta lo biológico y viceversa. Lo anterior nos recuerda la necesidad de introducir y/o fortalecer en la formación de los odontólogos, el desarrollo de competencias interprofesionales con el fin de asegurar en los futuros egresados capacidades de trabajo en equipo, además de con otros profesionales de la salud, con profesionales de diferentes disciplinas, a fin de lograr una comprensión sistémica del proceso salud–enfermedad y buscar soluciones transdisciplinares a los retos presentes y futuros (5, 6). En síntesis, para enfrentar el problema del control del riesgo, es tan importante conocer el comportamiento de los microorganismos, como el de los humanos. De esta forma, frente a la tarea de controlar el riesgo durante el acto clínico (bien sea en una facultad o en un consultorio odontológico) resulta fundamental incluir al personal auxiliar y de laboratorio en procesos de formación que les permita desempeñar de mejor manera su trabajo y adherirse a los protocolos, basados más en el entendimiento de los fenómenos que se pretenden controlar, que en el seguimiento irreflexivo de normas de bioseguridad. En cuanto a las maneras de enseñar y de realizar las prácticas preclínicas y clínicas es claro que el paso obligado a la virtualidad nos ha dejado grandes aprendizajes y oportunidades, la teleodontología es una de ellas (7). Asimismo, es importante reconocer que muchas de las actividades no presenciales llegaron para quedarse en la formación del odontólogo. Algunos retos y reflexiones a enfrentar en lo mediato. Entre los retos, la virtualidad demanda de los estudiantes un mayor compromiso con el autoaprendizaje, y de las instituciones, el despliegue de estrategias para superar las inequidades en el acceso (conectividad, equipos) y la garantía para disponer de las mejores y más actualizadas fuentes de información, al tiempo que forma a los estudiantes para que desarrollen los criterios para su uso y aprovechamiento (8). Sobre la virtualidad es importante reconocer, además, que esta ha facilitado la internacionalización (movilidad de profesores y estudiantes, desarrollo compartido de asignaturas, internacionalización del currículo). Si bien, la experiencia de sumergirse en el contexto que una movilidad presencial brinda no se logra plenamente con la movilidad virtual, esta última acaba con las barreras económicas que la mayoría de nuestros estudiantes tienen para viajar a otros países y desarrollar allí sus cursos o pasantías. Se inicia una etapa de transición hacia el empleo combinado de actividades presenciales con otras a través de diferentes plataformas y estrategias de aprendizaje virtual. Esta transición demanda de las instituciones la creación o fortalecimiento de programas de educación permanente dirigidos a sus profesores, para el desarrollo de actividades en entornos virtuales de aprendizaje. Esto, dado que desarrollar una clase virtual va más allá del uso de una plataforma virtual, pues los tiempos, la forma de interacción y la evaluación se desarrollan de manera distinta tanto en el escenario presencial como en el virtual. En consecuencia, el perfil de los profesores y los criterios de evaluación de los mismos deberán modificarse para responder a estos nuevos requerimientos (9). Sin embargo, a pesar de las grandes ventajas de la virtualidad, a diferencia de otras profesiones, “es imperativo que nosotros entrenemos nuestros estudiantes de pregrado y posgrado para conseguir automatismo en las habilidades psicomotoras mediante la atención de pacientes” (3). Además, esta actividad permite al estudiante el desarrollo de habilidades de comunicación e interacción, las cuales resultan fundamentales en la relación de cualquier profesional de la salud con sus pacientes. Igualmente, en el campo de la formación es primordial repensar la manera como se desarrolla el proceso enseñanza – aprendizaje en los escenarios clínicos, con el fin de optimizar el aprendizaje de los estudiantes y la atención de los pacientes, al tiempo de disminuir los riesgos de transmisión de este y futuros patógenos que hayamos de enfrentar. Al respecto, la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional de Colombia viene estructurando un modelo de trabajo clínico basado en equipos de aprendizaje, conformados por tres estudiantes de pregrado de diferente nivel, los cuales desempeñan roles pre-establecidos, tales como, operadores, auxiliares y circulantes. Los estudiantes se encargan de la atención de un paciente con el acompañamiento de profesores tutores de diferentes especialidades. Este modelo pretende potenciar el estudio y aprendizaje entre pares (estudiantes) y crear un puente entre la preclínica y la clínica (estudiante circulante), al tiempo que se disminuye el riesgo de transmisión de agentes patógenos. En este sentido, es preciso reflexionar sobre el acto clínico y sus implicaciones para el paciente, el personal tratante y las familias de los dos. Debemos desarrollar una visión sistémica del proceso de atención. Esto, si se tiene en cuenta que las implicaciones del acto clínico sobrepasan el ambiente del consultorio, de la clínica y de la facultad, y abarcan el hogar, los medios de transporte, los espacios de trabajo, etc. Y es que esta pandemia, también, ha demostrado que lo que hacemos como odontólogos afecta y se ve afectado por lo que hacemos como personas. Otra área que, a su vez, se ha visto retada por esta pandemia es la investigación en odontología. Sus resultados futuros deberán integrarse a la formación del odontólogo y en su ejercicio profesional. En este marco, algunos de los interrogantes en los que se debe trabajar desde la investigación incluyen: ¿Cómo evitar la propagación de infecciones durante los procedimientos generadores de aerosoles? (10) ¿Cómo disminuir la generación de aerosoles contaminados durante los procedimientos odontológicos? (11) ¿Cómo afecta la formación del odontólogo, la adopción de diversas estrategias para sustituir a los pacientes? (12), entre otros. En síntesis, es claro que las facultades de odontología deben hacer, cuando así se requiera, modificaciones de infraestructura, y adoptar protocolos que mitiguen el riesgo de transmisión del SARS-Cov-2 (13). Empero, esta es solo una parte, importante pero insuficiente, para atender la presente y las futuras pandemias que puedan presentarse. Se requiere: revisar el currículo y los resultados de aprendizaje;formar a los profesores y al personal auxiliar para que los primeros se desenvuelvan adecuadamente en ambientes virtuales de aprendizaje y los segundos aseguren los conocimientos básicos que les permita aportar adecuadamente en la cadena de mitigación del riesgo;incentivar con recursos académicos el autoaprendizaje, al tiempo que secontrarresten las inequidades en el acceso a la conectividad;innovar en las estrategias pedagógicas de la formación preclínica y clínica, formar en competencias interprofesionales, y aportar soluciones, basadas en la investigación, a las preguntas que la actual pandemia ha generado a nuestra profesión. Así que la pregunta central no es cuándo vamos a recobrar la normalidad para poder regresar a nuestros campus y retomar la actividad académica. La pregunta debería ser, bajo qué condiciones vamos a regresar a nuestros campus y cuáles son los cambios, más allá de protocolos de bioseguridad y reformas de infraestructura, que debemos introducir en nuestros currículos, para que los futuros odontólogos puedan hacer frente a futuras pandemias, o si estas no se presentan, para que puedan hacer un ejercicio profesional más seguro para el equipo de atención, los pacientes y las familias de todos.

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